Decía Eliphas Lévi: "La única limitación del Tarot está en quien lo lee". Pero, además, hay implícita una cuestión de ética: el Tarot no tiene límites temáticos, ni de espacio ni tiempo; pero no se puede preguntar sobre aquello que no nos ataña directamente. Podemos preguntar sobre cualquier tema que sea de nuestra incumbencia, hacer cualquier pregunta cuya respuesta sea "útil" y "digna". Preguntar sobre otras personas (sea el hijo, el mejor amigo, el jefe o la esposa), si el asunto no nos compete, nos convierte en impertinentes, indiscretos y hasta insidiosos. A veces el Tarot nos indica algo que no era el centro de la pregunta, pero resulta de gran ayuda para resolver el problema planteado o es una información que, sin buscarla, se nos proporciona para que hagamos algo al respecto. La condición que debemos tener en cuenta es que la pregunta refleje lo que la persona necesita saber y que la respuesta no interfiera en su vida, sino que lo ayude a ver más claro el panorama.